Ángela Díaz Camus y el cine animado en Chile: “El modelo educativo UTEM es promisorio ante los desafíos actuales”

Autor: PEDRO BERHO F|
Con más de quince años de trayectoria como crítica de cine y guionista, la periodista especializada en humor y animación comparte su visión sobre el desarrollo de la disciplina del diseño y del cine animado en Chile en los últimos años, comentando el rol que –a su juicio- cumplen las universidades públicas en la adaptación de la enseñanza a los cambios constantes que vive la sociedad.

Innovación, creatividad, autoconfianza, pasión, prevención, coraje, adaptabilidad, inteligencia, disciplina, trabajo en equipo y fuerza son algunos de los aspectos más importantes a tener en cuenta a la hora de desarrollarse en las áreas del diseño, la animación y el humor, en un contexto en el que resalte la espontaneidad y la tecnología, según describe la periodista y realizadora Ángela Díaz Camus.

Recientemente, la comunicadora -con más de 10 años en Radio Cooperativa y Radio Universo- realizó en nuestra universidad la conferencia “Escribiendo comedia”, organizada por la Escuela de Diseño UTEM. El evento fue el puntapié inicial a la edición 2023 del Festival Internacional de Animación, competencia que promueve a los mejores proyectos de diseño y animación del país.

La guionista y crítica de cine analiza y destaca la importancia de saber adaptarse a los desafíos modernos, y cómo la metodología de enseñanza del diseño y del cine animado han ido transformándose de acuerdo a los cambios sociales y culturales. Ante esto, Díaz Camus valora y reconoce el esfuerzo y compromiso asertivo que ha tenido la UTEM con su modelo educativo, y asegura que ve con buenos ojos el trabajo que hace nuestra universidad en materia formativa.

¿Cuál es tu evaluación de la industria del cine animado actualmente en Chile y su desarrollo en estos últimos años?

– La animación en general es una industria que siempre está luchando por desarrollarse y mantenerse. Es una disciplina donde te evalúan por el resultado final, más allá del esfuerzo que hay detrás. Por ejemplo, Guillermo del Toro demoró 15 años en hacer Pinocho, y hoy tiene un Óscar.

Si bien no es una industria que sea democrática, y muchas veces hay escasez de recursos, la animación, a diferencia de otros tipos de formatos, cuando tienes una buena historia, cuando tienes una buena idea, eso funciona. Aunque siempre hay que adaptarse a los formatos, y tomar decisiones económicas.

Hoy en día, contar historias es cada vez más fácil porque puedes grabar con un celular y tener una buena historia. Está ahí, pero llegar a conseguir recursos para hacer películas siempre va a ser complejo y en animación es más complejo porque son más recursos.

¿Cómo nos relacionamos con la cultura del cine animado como sociedad?

– El consumo cultural es algo muy complejo. Creemos que las cosas vitales son tener plata y tener trabajo para comprar comida y pagar el arriendo, y lo entiendo. Así como también entiendo que los padres quieren que sus hijos estudien carreras que les den seguridad y estabilidad financiera. Pero me parece ridículo pensar así en un mundo que cambia cada tres años y lo que estudiaste hoy, en cinco años más no tiene ninguna relevancia, por lo que creo que es más importante estudiar algo que te haga feliz, y aprender herramientas para que puedas ser feliz haciendo lo que haces.

Cuando estamos tristes o cuando fallece un familiar, es el arte el que te da el consuelo, es la canción, es la película, es la poesía, es el el dibujo animado el que en el que encuentras la paz emocional que necesitas. Entonces, la animación y la comedia son un bien igual de importante que la comida. Esa es la importancia, son cosas para el alma.

¿Y en qué nivel ves el interés de los actuales jóvenes en el cine animado?

– Me encantan las generaciones de hoy en día, porque siento que tienen esta mirada más global de las cosas, y valoran otro tipo de consumo. Quizás no tienen idea de cómo reparar algo en la casa, o de la vida adulta, pero sí saben expresar sentimientos, saben conectar con sus emociones, y eso es clave en toda creación artística.

En todas las películas actuales están hablando de eso, sobre heridas generacionales de padres que hacen sentir a sus hijos que no son suficientes. Por ejemplo, “Red” la última película de Pixar, que habla de la presión de ser excelente, porque si no tus padres no te van a querer. Esos guionistas son millennials que están diciendo “quiero que mis padres me pidan disculpas, quiero que mis padres entiendan lo difícil que fue crecer sin que me enseñaran a expresar mis emociones”, y las generaciones de ahora expresan sus emociones.

¿Cómo se vincula el diseño con la animación cinematográfica?

– Contamos historias. Tanto diseñadores, como guionistas, como cineastas, contamos historias. Una imagen cuenta una historia, la moda cuenta historias del arte, un utensilio, un producto de diseño cuenta historias. Por lo tanto, desde el diseño se debe entender cómo hay características físicas de los personajes, acompañadas de características internas de personalidad, de si usa o no audífonos, por qué las personas se visten de esa manera, por qué son de cierta forma, etcétera.

Cuando un diseñador está creando un producto o proyecto con ciertas características, tiene que ver con la personalidad que tiene el público al que se está dirigiendo, no con lo que es cool, o lo que se ve bonito, o lo que es más llamativo. Diseñar es contar imágenes, dibujar es contar imágenes. Por eso el arte y la animación son muy útiles para todo lo que tenga que ver con el diseño.

¿De qué manera las universidades pueden aportar al desarrollo de estas disciplinas?

– Es muy difícil para la universidad mantenerse vigente, pero es su obligación, porque si sigues enseñando lo mismo, pero las cosas están cambiando, estás formando jóvenes para un mundo que ya no existe.

Eso es muy difícil, pero siento que la nueva forma de enseñar es a través de instancias como la de hoy, que tienen que ver con traer a estudiantes para que aprendan de otra forma, con dinámicas, con diálogo, con vinculación con el medio. No se puede solo hacer clases pensando en lo que es la realidad para los profesores. Hay que abrir el horizonte de los/as alumnos/as.

Yo lo digo en mis charlas, esto funciona para mí, pero no hay sólo una forma de hacerlo. Cada uno tiene que encontrar la forma de hacer las cosas. Demos la estructura clásica que se necesita para ciertas cosas, pero rescatemos la forma en cómo cada uno/a puede ser creativo/a.

¿Y cómo evalúas el aporte de la UTEM en esta materia?

– Para mí es la primera vez que vengo a la UTEM y me parece muy promisorio el modelo educativo que tienen, novedoso, dinámico, cercano, y abierto, sobre todo ante los desafíos actuales. Veo a los profesores que hicieron esta presentación, a los estudiantes que llenaron el auditorio, a la gente que se acercó al final a hablar, todo bien cercano, familiar y enfocado en los/as estudiantes que son lo más importante.

Creo que hay universidades que insisten mucho en ser muy tradicionales, y están inevitablemente alejando a los futuros estudiantes de la realidad de hoy día, porque están ofreciendo oportunidades laborales de hace cincuenta años.

El tema es cómo respetar las áreas con su potencial, respetar la animación como lo que es, que es un arte y no un hobby. Deben entender que como universidad le puedes dar las herramientas a los alumnos/as para hacerlos crecer y encontrar sus potenciales, y eso es lo que hicimos hoy.

Yo le diría a los/as estudiantes que diseñen lo que le importa, quizás no le va a gustar a nadie, pero les va a hacer bien a ellos y eso es finalmente lo importante. Que sean felices con lo que quieren hacer, no posar para otro, contar sus propias historias y no la que otros quieren que cuentes, eso es lo más importante.

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